La seriedad arrepentida
jueves 06 de octubre de 2011 Si estás en Buenos Aires y sacas un ratito, aprovecha. Hasta el 20 de octubre está colgada la exposición de este caminante que ha querido compartir unas palabras y sus imágenes en Otramérica. Pura mirada.
(La exposición de Bernardo Carbajal, La Seriedad Arrepentida, está en ENFO, Bulnes 1383, Buenos Aires)
La historia es más o menos así. Hace tres años termine la facultad, cargue la mochila y la cámara, ropa y mapas, sueños y miedos. Comencé viajando por mi país, Argentina. Luego cruce al serio Chile, más tarde desembarqué en una Isla Dominicana, y en su vecina la Cuba rebelde; la natural Costa Rica y Panama, la nada peligrosa Colombia, y llegue al medio del mundo en Ecuador. Caminé por valles sagrados, por los caminos del Inca y también vi los robos de los incapaces.
Volví un ratito a mi país de barro, tome aire y seguí.
Lo más difícil estaba por venir. Seis meses en el imperio del Norte me dieron el cobre para cruzar a la incomprensible India, lugar donde la humanidad muestra cuan distintos podemos ser, pensar, vivir y amar.
Desde allí volé a la selva malaya, buceé en mares tailandeses, comí los bichos más desagradables en Bangkok, caminé con los espíritus de Angkor en Camboya. Atravesé varias veces el famoso Río Mekong, cruce a Vietnam, la hermosa y tan bombardeada Vietnam; allí vi los cuerpos con huellas de guerras estúpidas que nadie se anima a juzgar.
Finalmente, conocí la sencillez y la tranquilidad en su extrema potencia: Laos; poca gente, muchos bueyes. Simple, cálido, agradable, paisajes hermosos, turistas borrachos, niños aprendiendo a ser Buda y yo.
En el medio de todas estas imágenes hay historias miles, las de los personajes retratados y las mías. Amigos que me cruce en los viajes, personas que deje atrás. Personas que conocí y que luego siguieron su viaje.
Tristezas y dudas, nostalgia y felicidad, miedos y alegrías.
En la cuenta final creo que esas son las más, las alegrías.
Y estas imágenes simplemente quieren dar cuenta de lo lindo que es viajar y de lo bien que le hace al desconocido una sonrisa al lado del camino.