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¿Qué hay detrás del recorte de ayudas de EEUU?

viernes 22 de julio de 2011 Dicen los republicanos en Estados Unidos que el recorte de ayudas aprobado en la Cámara de Representantes de ese país tiene que ver con preservar las libertades y la democracia en América Latina. ¿Es cierto? Parece que no. La fuerza de Unasur, del Mercosur y el desastroso balance comercial del antiguo país dominante parecen hacer ruido en Washington.

Latinoamérica tiene un superávit de 30.934 millones de dólares en su balance comercial con Estados Unidos. Las ayudas 'recortadas' a los 5 países del 'eje chavista' supone 96 millones de dólares.

Por Equipo Otramérica

La noticia fría es engañosa. La Cámara de Representantes de Estados Unidos ha aprobado una enmienda de Connie Mack (uno de los más agresivos enemigos de Hugo Chávez) que reduce la ayuda a cinco países revoltosos de América Latina (Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua). Aseguraba el legislador republicano de la Florida que se trata de castigar a algunas naciones de América Latina que interfieren o ponen resistencia a los procesos democráticos: "No apoyan los ideales de la libertad, la seguridad y la prosperidad" en la región.

La realidad es que el recorte (que tiene pocas posibilidades de prosperar en el largo trámite legislativo) sólo es de 96 millones de dólares, una cantidad mínima ante el peso de las exportaciones de estos países en la economía estadounidense. Tampoco es muy cierta la declaración de Mack ya que su colega republicana Jean Schmidt “justificó la inclusión de Argentina alegando que su gobierno debe 3.500 millones de dólares a tenedores de bonos estadounidenses”. Parece que aun no han perdonado la decisión soberana de Argentina en 2001 de no pagar cerca de 90.000 millones de dólares en deuda, lo que, en la práctica, la ha mantenido fuera del mercado internacional de capitales. La prosperidad Argentina no es la de Estados Unidos, o así lo ven los republicanos.

La enmienda también supone la reducción en un 25% del aporte a Naciones Unidas, organización a la que Estados Unidos aporta el 22% de su presupuesto, pero de la que recibe tremendos beneficios. Llama la atención la congelación de los 48,5 millones de dólares comprometidos por Washington para el presupuesto de la Organización de Estados Americanos (OEA) para 2012, un claro castigo ante la pérdida de peso de esta organización ante Unasur, la iniciativa sin participación estadounidense impulsada por los países del Sur (con especial énfasis de Brasil, Venezuela y Argentina).

En la misma sesión, Mack defendió que se mantengan íntegros los montos de apoyo económico en materia de seguridad a Israel  y  también logró que se votara un recorte sustancial a los fondos que el Gobierno de Estados Unidos había comprometido con países en vías de desarrollo para la lucha contra el Cambio Climático.

Pérdida de peso

La rabia republicana hacia el sur no parece casual, aunque podría dañar la estrategia exterior del presidente, Barack Obama, si el Senado, con mayoría demócrata, no rectifica la decisión del Congreso.

Estados Unidos, sumido en una crisis económica sin precedentes, tiene demasiados frentes abiertos y el de América Latina y El Caribe lo ha descuidado demasiado. Si George W. Washington miró hacia otro lado (Oriente Medio), Obama no ha rectificado sustancialmente el papel de Washington en Latinoamérica y El Caribe. Y, mientras, las cosas han cambiado.

Las balanzas comerciales, habitualmente favorables para Estados Unidos, ahora se inclinan claramente hacia los países del Sur. Incluso, Venezuela, el fantasma ideológico de los Republicanos (y, probablemente, de muchos demócratas) ha incrementado sus exportaciones a Estados Unidos. Según un informe de la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria (Venamcham), las exportaciones totales de Venezuela a Estados Unidos en lo que va del 2011 alcanza a 18.268 millones de dólares, lo que significa un 32,24% más respecto a los primeros cinco mes de 2010, cuando Estados Unidos había comprado a Venezuela por un total de 13.814 millones de dólares. El 97% de esas exportaciones corresponden a petróleo. Claro, que el legislador Mack también propuso en junio que el Departamento de Estado busque alternativas para no comprar más petróleo a Venezuela y así "dejar de financiar a un país que hemos sancionado por apotar terroristas".

Otro informe del Gobierno de Estados Unidos habla de un superávit de los países de América Latina y del Caribe en su comercio de bienes con Estados Unidos de un 18.3% en mayo de 2011 respecto al mes anterior y quedó en 7.490 millones de dólares. El superávit – de 30.934 millones de dólares- representó en mayo el 11.6 % del déficit en el comercio de bienes estadounidense.

Este hecho da cierta tranquilidad a algunos líderes latinoamericanos, como los de Bolivia que, ante la decisión de recorte del Congreso en Washington, han declarado que ahora son autónomos y que “la cooperación internacional es complementaria, pero no indispensable”. Así lo dijo, por ejemplo, el ministro de la Presidencia de Bolivia, Carlos Romero, quien hizo énfasis en el crecimiento económico sostenido de su economía que se refleja en el constante crecimiento de las Reservas Internacionales Netas. Romero aseguró que, durante la actual administración, Bolivia multiplicó 400 veces sus ingresos y su participación estatal en la renta petrolera, que incrementó en más del 50 % la participación del Estado en la economía. 

¿Quién pierde más?

Estados Unidos parece estar perdiendo peso económico –y por tanto político- en América Latina. El crecimiento de la presencia de China es espectacular: ha pasado de unos intercambios comerciales de 40 mil millones en 2005 a los 183 mil millones de 2010 y los 200 mil previstos para 2011. La consolidación de Mercosur y el mercado extractivo de materias primas ha supuesto un fuerte ingreso para los Estados del Sur.

Pero, políticamente, la situación es más preocupante para Washington. En la solución de crisis tan graves como las de Bolivia (Revuelta secesionista del Oriente en 2008) o de Honduras (Golpe de Estado 2009) la OEA no tuvo peso alguno y fue Unasur y los presidentes de Brasil, Venezuela y Argentina los que defendieron la institucionalidad democrática. Por otra parte, los pequeños intentos de confrontar con el ALBA a los Acuerdos de Libre Comercio impuestos por Estados Unidos y las clases empresariales de Latinoamérica, el incremento de la cooperación Sur-Sur, o el éxito de izquierdas de muy diferente cariz en diversos países de la región suponen una amenaza en el que, antes, Washington consideraba como su “patio trasero”.

Estados Unidos pierde control y esa sensación se acelera con el triunfo de Ollanta Humala en Perú que, aun moderando de forma radical su discurso, supone la ruptura del denominado como Eje del Pacífico, que garantizaba una mirada de ver la política y el desarrollo económico con México, Colombia, Perú y Chile como puntas de lanza.

No es solo Connie Mack el preocupado. Otros representantes de la derecha estadounidense están de gira para reforzar a la derecha latinoamericana y garantizar el peso específico de Estados Unidos en la región. El último acto de esta estrategia e dio en San Salvador hace tan sólo unos días. Allá, una nueva formación política, Alternativa Liberal, tuvo como invitados en su bautizo a Joel D. Hirst, del lobby republicano del Consejo de Relaciones Internacionales en Washington D.C. y ex miembro de la Agencia Estadounidense de Cooperación (USAID), y Joseph Humire, parte del Programa Secure Free Society (SFS), un programa orientado a abordar el nexo entre seguridad y el desarrollo económico desde la óptica más conservadora. El título de la conferencia de ambos no deja lugar a dudas: “Democracia bajo fuego: Alba, petrodólares y el nuevo autoritarismo".

No parece que las denuncias por violación de Derechos Humanos y las pruebas de la propia Fiscalía de Colombia hayan puesto en cuestión las ayudas militares del Plan Colombia o las multimillonarias inversiones en México.

Una parte importante de la denominada como ‘Ayuda’ estadounidense está destinada, teóricamente, a la lucha contra las drogas a pesar del rotundo fracaso de estas políticas tal y como lo atestiguan las estadísticas de incremento de hectáreas cultivadas y de tráfico de cocaína procesada (ver Informe de Crisis Group 2008 en En Relación).

El resto, como señalan los críticos de la llamada Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), es parte fundamental de la diplomacia comercial de los países ricos sobre los países del Sur. Javier Ponce, del Comité Ecuménico de Quito, describía así el objetivo de la AOD: “Reducir la amenaza de la pobreza, reducir la amenaza del desorden político a nombre de la llamada ‘gobernanza’, un término extraño para determinar la necesidad de que nuestros países no hagan olas, no alteren los frágiles términos del equilibrio determinado por las potencias del Norte”.

 

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