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Nepo, la sonrisa del camión Seis

miércoles 28 de noviembre de 2012 Nepomuceno Moreno Núñez fue asesinado hace un año, el 28 de noviembre de 2011 en Hermosillo, en su natal Sonora. Un padre que buscaba a su hijo, Jorge Mario Moreno León, desaparecido el primero de julio de 2010 y que vio en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) la esperanza para encontrarle y luchar, junto a otros mexicanos, para acabar con la guerra que se lo llevó.

El próximo día 28 de noviembre de 2012 el MPJD rendirá homenaje a Don Nepo. La cita es a las 17h en la Estela de Luz, símbolo de la corrupción durante el último sexenio y de la crítica al gobierno que viene.

Por Marta Molina

Nepomunceno sabía que no era el único en este país al que le habían arrancado a su hijo sin motivo alguno, pero le hacía falta encontrarse con otros en su misma situación para empezar a organizarse. El segundo paso lo dieron ellos, gente como Nepomuceno, sin los que hoy no existiría el MPJD. El primero se llamó Javier Sicilia, el tercero ya fueron “todos”, las víctimas y los mexicanos y mexicanas solidarios con ellos y preocupados por el devenir de su país.

Lo asesinaron mientras viajaba por la calle Pesqueira, en Hermosillo, Sonora. Tenía 56 años. Don Nepo el del camión 6, el de la sonrisa contagiosa. Así le llamaban sus compañeros de la Caravana por la Paz, que le recuerdan hoy por su sentido del humor pero sobre todo por su ejemplo de lucha. Nepo vio con sus propios ojos como crecía el Movimiento. Lo vio caminar, caminó con él, aprendió con él. Formó parte de la Marcha silenciosa a la que se unieron 600 personas que salió el 5 de mayo desde Cuernavaca -Morelos- rumbo a la Ciudad de México. Nepo quiso formar parte de este primer acto poético ciudadano y noviolento para pedir el esclarecimiento de la desaparición de su hijo y de todos los hijos de México.

El día 9 del mismo mes, llegaron los 600 marchantes al Zócalo capitalino que fue ocupado por decenas de miles de personas hartas de la política de guerra desatada desde 2006 por el gobierno de Felipe Calderón. Nepo ya no estaba sólo en su lucha. Encontró decenas de miles de “Nepos”, corazones calientes dispuestos a luchar y a organizarse para pedir justicia. Se sintió tocado por el asesinato de Juan Francisco Sicilia y conmovido por el llamado de su padre, Javier Sicilia a esa marcha que enseñaría a caminar de nuevo, juntos, a los mexicanos.

Nepo, antes de unirse al Movimiento, llevaba un año denunciando la desaparición forzada de su hijo que, según su testimonio, fue detenido el primero de julio de 2010, por policías del estado de Sonora cerca de Ciudad Obregón. Don Nepo empezó una campaña con el objetivo de demandar al gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías,  y solicitó una audiencia para la presentación de su caso. A su vez, expuso públicamente que había recibido amenazas de muerte y  solicitado, por ello, medidas de protección a las autoridades de la entidad. No fue jamás recibido por el gobernador, ni su solicitud de protección atendida.

Después de la primera marcha (Cuernavaca-DF) decidió unirse a la Caravana del Consuelo rumbo al norte del país a su paso por Durango. Allí lo vimos por primera vez, en la Plaza de Armas de la capital –Durango- con su pancarta “de doble lado” en la que se podía leer un claro mensaje de exigencia: “Autoridades de Sonora: ¿Dónde están nuestros hijos?”

Desde ese día, 6 de junio, este lado de la pancarta junto con el otro en el que aparecía la fotografía de Jorge Mario y sus 3 compañeros, (José Francisco Mercado Ortega, desaparecido; Mario Enrique Díaz Islas, asesinado; Geovani Otero, desaparecido; todos, el mismo 1 de julio) no se separaron de él. Giraba su estandarte de lado a lado para unificar este mensaje de exigencia: “¿Dónde están nuestros hijos?”

Con el mensaje de Don Nepo resonaban las palabras de Julián LeBarón ese mismo día en Durango: “¿ dónde está el gobierno?, ¿dónde está la autoridad? ¿dónde está la justicia? (…) Creo que es tiempo de que nos empecemos a hacer otras preguntas, antes de que en esas mantas estén nuestros hijos y nuestros hermanos, y nuestros padres, o nosotros. ¿Dónde estamos nosotros? Siendo 112 millones de mexicanos, ¿dónde estamos?”. Ese 6 de junio, Nepomuceno se unió al Movimiento para nunca más soltarlo.

Javier Sicilia se encontraba en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara el día del asesinato de su amigo, compañero de viaje y de movimiento, Nepomuceno Moreno. Las palabras pronunciadas por el poeta en este espacio -que se convirtió durante varios días en una agradable burbuja cultural- recordaron a los presentes que, cuatro días antes, el 24 de noviembre de 2011, aparecieron 26 cadáveres en Guadalajara, a tres cuadras del recinto del evento. Sicilia hizo presente a su compañero de lucha y de alguna manera se sumó a las palabras pronunciadas por LeBarón el 6 de julio en Durango y al porqué Nepo decidió unirse al Movimiento:

“Nuestro mayor obstáculo es la aceptación de la miseria, que la tomemos como algo normal. Necesitamos sentir que lo que le pasa a uno les sucede a todos. Esto es una afrenta para cada mexicano. Mientras no comprendamos eso, va a ser muy difícil entender que juntos somos mucho más fuertes que todos ellos. Pero juntos”.

Las palabras de Sicilia recordaban al “Todos somos Juan Francisco Sicilia”, “Todos somos hijos del poeta”, emblemas de las primeras movilizaciones contra la guerra. Hoy, muchos integrantes del movimiento sienten la misma identificación con Nepo. Además, varios de ellos, desde su asesinato, han agregado el nombre de Nepomuceno Moreno al de sus cuentas de Facebook y redes sociales, por ejemplo.

El MPJD señaló públicamente en un comunicado que Nepomuceno “estaba resignado a pelear solito” contra el gobierno de Sonora: “ya ni me quieren recibir, se ríen de mí, antes iba al cuartel del Ejército para denunciar el secuestro de mi hijo; escribí cartas a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) y nadie me hacía caso; hasta que me uní al Movimiento por la Paz. Veo que las organizaciones sociales tienen el poder para sentar al presidente Calderón en una mesa de diálogo y que los procuradores de justicia están obligados a recibirnos para reabrir las investigaciones”.

Don Nepo participó en el segundo encuentro del movimiento con el Ejecutivo Federal en el Alcázar de Chapultepec el pasado 14 de octubre de 2011. En dicho encuentro, le entregó en mano el caso de su hijo a Felipe Calderón junto con todas las pruebas que había estado recopilando, la famosa carpeta con la que se subía a los templetes durante la Caravana al Sur. Además, solicitó medidas de protección, pero ni el gobierno federal, ni el gobierno del estado dieron atención a las exigencias de este padre que en ese instante representó, ante las autoridades, a todos los padres y madres con hijos o hijas desaparecidos.

El poeta Sicilia, desde Guadalajara, se refirió al asesinato de Nepomuceno Moreno como “la crónica de un asesinato anunciado. Él estuvo presente en el encuentro que mantuvimos con el presidente Calderón, y delante de todos le dijo: «Señor presidente, busco a mi hijo y estoy amenazado de muerte». También le dijo eso mismo al gobernador de Sonora. De hecho, le pedimos al gobernador que lo cuidara y protegiera. Y fue asesinado arteramente.”

“Vale más morirme en la raya”, dijo Nepo. Y así sucedió al fin. Pero su dolor, su consuelo, su esperanza, su lucha, se unió con la de miles de mexicanos durante la Caravana al Norte. El segundo acto poético: atravesar la “ruta del dolor” pisar las ciudades y pueblos del norte dónde más sangre se ha derramado. Con este caminar, se fue agrandando el corazón caliente del movimiento que mantenía la cabeza fría para seguir andando. A pesar de que el dolor era mayor a cada paso, a pesar de que, cuanto más al norte, más testimonios escalofriantes de muertos, asesinados y desaparecidos se sumaban al consuelo y al dolor, avanzaron hasta llegar a El Paso (Texas).

Nepo se convirtió en un organizador. Gracias a él y a su persistencia se abrieron casos de otros asesinados o desaparecidos en su natal Sonora. Nepo entendió, como dijo LeBarón en Durango, que “la solución está en nosotros”.

O como dijo Teresa Carmona, “nos mataron a todos un poco pero también es cierto que Nepo vive en cada uno de nosotros, igual que Joaquín, Pedro, Adriana, y todas las víctimas de esta guerra atroz. “La lucha es tan larga… no hay que desanimar”, nos dijo Antonio de la Sociedad Civil Las Abejas de la tierra sagrada de Acteal. El andar de Nepo, nuestro andar”.

* Fragmento del artículo publicado endiciembre de 2011 días después de su asesinato 

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